2024: un año de conflictos y esperanza en un mundo polarizado

2024: un año de conflictos y esperanza en un mundo polarizado

En 2024, conflictos y crisis climáticas afectan a varios continentes, pero también se observan signos de esperanza en democracias resilientes.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política

A lo largo de 2024, el mundo ha sido testigo de un panorama de sufrimiento y conflicto, marcando un año en el que las guerras han dejado una huella imborrable en tres continentes. Mientras que la atención global se ha centrado en los devastadores combates en Gaza, Líbano y Ucrania, la situación en Sudán ha emergido como una de las más mortales, arrojando un manto de desesperanza sobre la región. La violencia en estos lugares no solo ha cobrado vidas, sino que también ha desestabilizado comunidades enteras, poniendo de relieve la fragilidad de la paz en un mundo cada vez más polarizado. La crisis climática ha complementado este panorama sombrío, con tormentas, inundaciones e incendios que han arrasado hogares y dejado un rastro de desolación en su paso. A medida que las catástrofes naturales se intensifican, la rivalidad entre naciones, especialmente entre aquellas alineadas con China y las que apoyan la alianza occidental liderada por Estados Unidos, se ha agudizado. Este enfrentamiento se ha visto exacerbado por la elección de un nuevo presidente en Estados Unidos, cuyo compromiso con sus aliados internacionales ha sido cuestionado, alimentando aún más la incertidumbre global. La percepción de que el orden multilateral establecido tras la Segunda Guerra Mundial se encuentra en crisis se ha vuelto más palpable. Muchos gobiernos parecen actuar bajo la premisa de que la fuerza justifica sus acciones, mientras que los regímenes autocráticos ignoran las normas internacionales. En este contexto, las potencias occidentales son acusadas de hipocresía y doble rasero, lo que complica aún más el escenario internacional. No obstante, a pesar de las sombras que se ciernen sobre el año, 2024 también ha traído consigo destellos de esperanza. Las democracias capitalistas, incluida la estadounidense, han mostrado una notable resistencia frente a la adversidad, revelando las debilidades inherentes de las autocracias, como en el caso de China. Este contraste pone de manifiesto que, si bien el camino hacia un nuevo orden mundial es incierto, las elecciones y los cambios políticos que han tenido lugar durante el año pueden ser un indicativo de un futuro más prometedor. Las elecciones en 76 países, que representan más de la mitad de la población mundial, han sido un claro testimonio de la vitalidad de la democracia. Aunque no todas las elecciones han sido justas, como las de Rusia y Venezuela, el cambio político en lugares como el Reino Unido y la India ha evidenciado que los ciudadanos están dispuestos a ejercer su voz para desafiar a aquellos en el poder. La reciente pérdida de poder del Congreso Nacional Africano en Sudáfrica y la coalición forzada de Modi en India son ejemplos de cómo las elecciones pueden ser herramientas para evitar resultados desastrosos. En Estados Unidos, la victoria de Donald Trump al inicio del año fue un momento crucial, ya que permitió al país evitar un posible estallido de violencia electoral. La participación de afroestadounidenses e hispanos en su apoyo sugiere un cambio en las dinámicas políticas, reflejando un deseo de abordar las cuestiones que afectan la vida cotidiana, más allá de la política de identidad. Este fenómeno puede marcar un cambio en la evolución de la política estadounidense, que podría repercutir en el futuro del país. La economía de los Estados Unidos ha mostrado signos de resiliencia, creciendo a un ritmo tres veces mayor que el resto de los países del G7 desde 2020. En este contexto, el índice S&P 500 ha experimentado un aumento significativo, destacando la capacidad del sector privado para innovar y atraer inversiones. A pesar de las dificultades globales, Estados Unidos se ha mantenido a la vanguardia en tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, lo que refuerza su posición económica y política en el escenario global. Por el contrario, la situación económica de China ha comenzado a ser cuestionada, con un modelo autoritario que ha sido menospreciado por su incapacidad para adaptarse a las realidades del mercado. La negativa del presidente Xi Jinping a adoptar políticas de estimulación para el consumo y su enfoque en la rivalidad con Estados Unidos han dejado a su economía en una senda de desaceleración que parece ser más que un simple ciclo cíclico. La crisis en Rusia es un reflejo de la fragilidad del autoritarismo. Aunque el país ha logrado algunos avances en el campo de batalla en Ucrania, estos han sido costosos y lentos, exacerbando la situación interna. La inflación y la mala gestión de los recursos han afectado la estabilidad del país, y la posibilidad de un cambio de liderazgo parece lejana. Las lecciones de Siria, donde el apoyo iraní ha sido insostenible ante la debilidad interna, muestran que los intentos de mantener el poder por la fuerza a menudo terminan por ser insostenibles. A medida que se vislumbran los desafíos para las democracias en Europa, queda claro que la inestabilidad y la incapacidad de respuesta ante la agresión rusa amenazan su futuro. Si Europa no logra fortalecer su posición, las repercusiones se sentirán en Estados Unidos, donde la política de Trump podría ser un arma de doble filo. La posibilidad de que su administración forje relaciones pacíficas o, por el contrario, opte por políticas divisivas, generará incertidumbre en un contexto global ya complicado. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, 2024 ha demostrado que las democracias son capaces de adaptarse y evolucionar. El proceso político, aunque complicado, continúa siendo una fuente de fortaleza. La habilidad de los ciudadanos para destituir a líderes ineficaces y rechazar ideas obsoletas ofrece un camino hacia un futuro donde el progreso humano pueda florecer. A medida que el mundo avanza hacia el 2025, la combinación de cambios tecnológicos y políticos promete abrir nuevas oportunidades, y las democracias deberán estar preparadas para aprovecharlas.

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